David tiene razón. Para cada uno funciona de manera diferente. Hay quien escribe cuando está triste, quizás para dejar de estarlo, y hay quien lo hace cuando está feliz, por las razones que sean.
De todas formas, la tristeza y la felicidad son para mí siempre transitorios, aunque unos se queden un poco más, así que prefiero hablar de ‘estar’ a ‘ser’. Pero es cuestión de gustos, una vez más…
Supongo que es más fácil escribir cuando se está triste. Al escribir, aunque intentemos evitarlo, siempre reflejamos nuestro estado anímico. A veces da miedo ver que se está feliz; como si un sentimiento y un momento concretos fueran a desaparecer al materializarse en un texto. Mientras que, a la inversa, pretendemos que la tristeza se la llevan las palabras…
Dar forma, la cuestión, parece, es dar forma. La tristeza escrita tiene límites, fronteras; una arquitectura que nos hace creer que es controlable, pasajera, mortal. Y en cuanto a la felicidad… ¿Quién quiere ponerle fronteras?
Recuerdos de Conchita, don Invitado.
Véngase a Barcelona, I.
Y Mninha… Tengo ganas de hablar contigo. A ver cuándo encuentro hueco.
Huuummmmm, también la felicidad puede ser motor de la escritura.
David tiene razón. Para cada uno funciona de manera diferente. Hay quien escribe cuando está triste, quizás para dejar de estarlo, y hay quien lo hace cuando está feliz, por las razones que sean.
De todas formas, la tristeza y la felicidad son para mí siempre transitorios, aunque unos se queden un poco más, así que prefiero hablar de ‘estar’ a ‘ser’. Pero es cuestión de gustos, una vez más…
Supongo que es más fácil escribir cuando se está triste. Al escribir, aunque intentemos evitarlo, siempre reflejamos nuestro estado anímico. A veces da miedo ver que se está feliz; como si un sentimiento y un momento concretos fueran a desaparecer al materializarse en un texto. Mientras que, a la inversa, pretendemos que la tristeza se la llevan las palabras…
Dar forma, la cuestión, parece, es dar forma. La tristeza escrita tiene límites, fronteras; una arquitectura que nos hace creer que es controlable, pasajera, mortal. Y en cuanto a la felicidad… ¿Quién quiere ponerle fronteras?
Recuerdos de Conchita, don Invitado.
Véngase a Barcelona, I.
Y Mninha… Tengo ganas de hablar contigo. A ver cuándo encuentro hueco.
Me encantan las palabras… me describen un sentimiento más extenso que solo las frases. Poéticos, sensibles, tristes pero con un pestañeo chiquitito…