5 pensamientos en “Diálogo con colibrí

  1. David tiene razón. Para cada uno funciona de manera diferente. Hay quien escribe cuando está triste, quizás para dejar de estarlo, y hay quien lo hace cuando está feliz, por las razones que sean.

    De todas formas, la tristeza y la felicidad son para mí siempre transitorios, aunque unos se queden un poco más, así que prefiero hablar de ‘estar’ a ‘ser’. Pero es cuestión de gustos, una vez más…

  2. Supongo que es más fácil escribir cuando se está triste. Al escribir, aunque intentemos evitarlo, siempre reflejamos nuestro estado anímico. A veces da miedo ver que se está feliz; como si un sentimiento y un momento concretos fueran a desaparecer al materializarse en un texto. Mientras que, a la inversa, pretendemos que la tristeza se la llevan las palabras…

  3. Dar forma, la cuestión, parece, es dar forma. La tristeza escrita tiene límites, fronteras; una arquitectura que nos hace creer que es controlable, pasajera, mortal. Y en cuanto a la felicidad… ¿Quién quiere ponerle fronteras?

    Recuerdos de Conchita, don Invitado.

    Véngase a Barcelona, I.

    Y Mninha… Tengo ganas de hablar contigo. A ver cuándo encuentro hueco.

  4. Me encantan las palabras… me describen un sentimiento más extenso que solo las frases. Poéticos, sensibles, tristes pero con un pestañeo chiquitito…

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